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martes, 9 de agosto de 2011

LA ESTRELLA VEGA

Esta estrella pertenece a la constelación de Lira, está a 14º12’ del signo de Capricornio.

Es una estrella zafiro claro, situada en la parte inferior de la constelación de Lira. El color de Vega es el irradiado por el primer rayo, el de Miguel Arcángel y el Maestro ascendido Morya.

Su nombre viene de Al Waki, que quiere decir “El que cae”, siendo Lira conocida en la Edad Media como Vultur Cadens, “el Buitre que cae”.

Da beneficencia, idealismo, esperanza, refinamiento y versatilidad.

Lira da una naturaleza armoniosa, poética y desarrollada, amor por la música y aptitud para la ciencia y el arte. Se le asocia con la letra Daleth y con el Emperador.

En la Cruz Cósmica, Vega está en junto a Plutón en Capricornio, lo que favorece a la cruz pues la suaviza y distiende de tanta presión.

Debemos de trabajar hacia dentro, hacia lo profundo del ser y dejarnos de superficialidades y conveniencias. Los deseos, los intereses, lo que gusta ha de perder fuerza, pues Capricornio habla de lo que en realidad tiene que ser. Es el signo del compromiso, del trabajo, de la responsabilidad, de la madurez, seriedad, firmeza, es el Maestro y esto es lo que ha de aflorar en cada uno de nosotros respecto a lo que nos llega.

Vega nos favorece con su luz y fuerza, para que no perdamos el camino, sería el faro que pretende llevarnos a buen puerto atravesando la tempestad.

Vega fue la estrella polar hacia el 10.500 a.c., en la época de los dioses en Egipto, en el principio de esta civilización. Va ligada a la espiritualidad y el esplendor de la mayor civilización que dejó vestigios de su existencia en el planeta. Está justamente en el polo contrario a Polaris, estrella que nos ilumina el tiempo de mayor materialismo en el planeta. Ambas estrellas están en el grado 23’5 desde el eje central terrestre de forma que, entre una y otra, hay 47º de diferencia.

47= 4+7= 11/2

Esta frecuencia indica que es el momento de integrar dualidades y diferencias. Es momento de aunar esfuerzos y crear una sociedad unificada y con un propósito común. Es momento de que aprendamos a comunicarnos sin fronteras, creencias, religiones, tradiciones, etc. Es momento de que el mayor número de la humanidad se unifique, de ahí el 11/2,

El 11 está compuesto por dos unos y el uno representa al Sol, el padre y al yo. Dos unos nos habla de dos soles, el padre y el hijo.

El 2 es la Luna, la madre y cómo sentimos. Por tanto, el dos indica que mediante la unión de la madre (el 2) con el padre (el 1), surge una nueva existencia, un nuevo yo, un segundo 1, que sería el hijo.

Esto es así porque los números se leen de derecha a izquierda, como el hebrero y las lenguas antiguas como el egipcio cuando lo escribían en línea, si lo escribían en vertical era como el japonés.

Así 2 + 1 = 1; Isis + Osiris = Horus.

Desde el punto de vista personal, si unificamos nuestra dualidad (2), mediante la conexión con quien fuimos (1), renacerá un nuevo yo (1) fusionado y espiritualizado.

Por otro lado, Vega se alimenta de la energía del primero rayo, el que es azul zafiro claro. Este es el rayo de la Voluntad Divina y el Poder, está relacionado, como ya he dicho, con Miguel Arcángel y el Maestro Morya.

Las cualidades a adquirir con esta energía son: coraje, fe, iniciativa, confianza, poderes divinos, confianza en sí mismo y certeza.

Este primer rayo tiene la posición única en este gran plan evolutivo de creación, porque este rayo representa el impulso por el cual a las ideas nacidas del Padre se les da vida. Igualmente, nos habla como Plutón en Capricornio: “el desorden en la persona o el ambiente, es la muestra externa del desorden humano en la mente, sentimientos, conciencia o simplemente flojera”. “Cuando se trae orden y belleza dentro del mundo, progresarán más felices, porque orden y belleza, traen gracia y la gracia les trae la percepción que nunca se había dado cuenta que tenían”. Palabras del Maestro Morya.

Por tanto, Plutón en Capricornio nos habla del “orden” que hay que retomar y Vega de la “belleza” que nos iluminará el camino.



Por Sol Hernández, mayo de 2011

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